Esta es la historia
de un montaraz (cazador) que un día salió a matar animales,
y se internó en la espesura del bosque, mas curiosamente halló
una miniciudad en medio de éste; el pueblo que encontró
lo tenía todo: casas, plazas, calles angostas, carreteras, etc,
sólo que todo en miniatura.
Asombrado por
esta enigmática visión el hombre decidió indagar más,
y decidió "ocultarse" tras un ojé enano (árbol de
la selva); como vio que en la chacra, porque era una chacra, habían
diversas frutas, decidió coger algunas, pero una diminuta fuerza
se lo impidió, y de pronto la diminuta fuerza se acrecentó,
y cuando el hombre se volvió para ver qué fuerza le impedía
moverse, vio horrorizado como decenas de demonio-duendes lo atrapaban.
El hombre quedó
inconsciente por el miedo, pero al despertar se encontró encerrado
en una pequeña y reducida jaula. Al cabo de un rato se le acercó
un chullachaqui, que es el nombre de estos seres, el cual le dijo que
se encontraba en otra dimensión, y que sólo se salvaría
si guardaba el pacto que haría con él. El pacto era de no
revelar jamás a nadie lo que había visto.
El hombre aceptó
el pacto, tras lo cual estrechó la mano del ser aquél, quien
a manera de recordatorio selló sobre la palma de su mano un rarísimo
símbolo.
En efecto así
fue, el cazador se despertó en medio de la selva y tras 2 días
de intensa búsqueda fue hallado junto a una cocha (laguna). Cuando
le preguntaron qué le había ocurrido, el hombre sólo
atinó a decir que se había perdido.
La historia
dice que el hombre no guardó el pacto, pues muchos le preguntaron
sobre el sello de su mano.
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