El maligno, un alma en pena por haber cometido muchos y graves pecados
en la tierra, se diferencia del tunchi por el silbido, pues éste se
escucha solamente así: “fin…..fin…fin” y nada más repetido varias veces
mientras pasa cerca de un ser viviente.
Es mucho más temido que el tunchi, porque según la creencia popular éste persigue a su víctima silbando cada vez más cerca de ella hasta que lo escucha, como un sonido gutural escalofriante, llegando a causarle tal pánico que le puede sobrevenir hasta la muerte, por un paro cardíaco instantáneo.
La persecución a la víctima es más ostensible y persistente cuando ésta le ha remedado en el silbido o cuando se ha burlado en alguna forma de él. También llega a materializarse como el tunchi, pero siempre bajo una forma horripilante capaz de paralizar a cualquier mortal.
Cuando una persona logra escapar a su persecución, sea por haber rezado a tiempo, por haber llegado a su casa oportunamente o por haberse encontrado con otras personas, entonces es seguro que le hace soñar por la noche diciéndole que ha salvado la vida gracias a esas circunstancias.
Es mucho más temido que el tunchi, porque según la creencia popular éste persigue a su víctima silbando cada vez más cerca de ella hasta que lo escucha, como un sonido gutural escalofriante, llegando a causarle tal pánico que le puede sobrevenir hasta la muerte, por un paro cardíaco instantáneo.
La persecución a la víctima es más ostensible y persistente cuando ésta le ha remedado en el silbido o cuando se ha burlado en alguna forma de él. También llega a materializarse como el tunchi, pero siempre bajo una forma horripilante capaz de paralizar a cualquier mortal.
Cuando una persona logra escapar a su persecución, sea por haber rezado a tiempo, por haber llegado a su casa oportunamente o por haberse encontrado con otras personas, entonces es seguro que le hace soñar por la noche diciéndole que ha salvado la vida gracias a esas circunstancias.
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